Migrantes en Estados Unidos: miles de vidas en suspenso
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Primera modificación:
Tras la constante arremetida de Donald Trump contra la población de inmigrantes sin documentos, con permisos temporales o visas, muchos han paralizado sus vidas y viven bajo el miedo de ser detenidos. Aunque la capital, Chicago, es una ciudad santuario donde la Policía local no colabora en las redadas del Servicio de Inmigración (ICE), el presidente inició allí los arrestos para las deportaciones.
“Aquí vivimos con miedo constante, con ansiedad. Incluso ya ni salimos. Cuando sacamos la basura, lo hacemos traumatizados”.
Así se siente Gabriela Pérez, después de que su esposo, Freddy Castro, fuera detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) en uno de los suburbios en Illinois, a finales de marzo, mientras hacía la labor cotidiana de tirar los desechos de la casa.
El hecho ocurrió a las 6:00 a.m., lo llamaron por su nombre y le mostraron una foto para que confirmara que era él. La familia estaba en casa y entregaron a los funcionarios, con la puerta a medio abrir, los zapatos y la identificación de Freddy.

Gabriela comenta que la situación fue confusa porque su esposo está amparado bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS) y tiene petición de asilo. Sin embargo, por una foto publicada en las redes sociales de la DEA se dieron cuenta que lo estaban incriminando por pertenecer supuestamente al grupo delincuencial Tren de Aragua.
Su esposa negó esta acusación y señaló que, al pasar los días, se enteraron a través de la abogada que las autoridades migratorias lo culpaban de ocultar información ya que dejó espacios en blanco en su aplicación del TPS.
“Sentimos que hay una discriminación hacia los venezolanos después del Gobierno de Trump: primero, por ser venezolanos, ¿verdad? Y, segundo, porque los venezolanos pertenecen a esta banda de criminales. Pero no son todos, la mayoría lo que hace es trabajar, sacar adelante a su familia. Venimos con un propósito, a progresar, porque sabemos que en nuestro país no podemos estar”, alega.
A esta familia de 11 miembros: cinco adultos y seis niños le pesa ser del estado Aragua, el mismo lugar de donde es el conocido grupo delictivo que tiene calificación de "terrorista".
El estigma llevó a las autoridades a revisar la situación legal de Freddy.
A través de una tableta que le otorga el Dodge Detention Center de Wisconsin, donde fue recluido este venezolano, relata a France 24 que lo arrestaron sin investigarlo.

“Tenían que haber investigado primero mi situación, a ver si era verdad que yo pertenecía a alguna pandilla. Pero no, ellos me arrestaron y no pude hacer nada”, comenta.
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Trump carga contra Illinois
Este es solo uno de los casos de detenciones dirigidas a venezolanos que ocurren en Illinois. Este estado fue la zona cero de las deportaciones de Donald Trump apenas tomó el poder.
Chicago, la capital, es una ciudad santuario desde 1985. Significa que tiene políticas de protección a los inmigrantes sin documentos, entre ellas que la Policía local no coopera con el ICE.
El presidente demandó a la ciudad y ha reiterado que congelará el financiamiento federal por obstaculizar la implementación de la ley migratoria. Esta guerra sigue firme.
El concejal Byron Sigcho López, del Distrito 25, opina que con estas detenciones a los migrantes “el Partido Republicano se está posicionando como un partido de persecución”, y agrega:
“Lo que nosotros hemos visto es el recrudecimiento, la criminalización del migrante, de una manera mucho más barbárica, más violenta, incluso el tema de los arrestos, el tema de las detenciones”.
También admite que la tercera parte de la población de Chicago es migrante y que la ciudad no puede mantenerse sin ellos. “Muchas de las ciudades del país no comerían sin migrantes. No comeríamos, no podríamos tener mano de obra”, sostiene.

Pero sabe que Donald Trump no cesará en su tarea de deportar a la mayor cantidad de personas que pueda.
“Lamentablemente el presidente actual, que está actuando realmente como un dictador, ha dicho que no va a respetar tampoco las decisiones de las cortes. Eso sí es una violación de los derechos constitucionales civiles y violación de los Derechos Humanos de aquellos que son separados de familias, donde ya amenazan, incluso, con no solo ir en contra de personas que no tengan un estatus legal en el país”, denuncia.
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Bajo la incertidumbre y el miedo
Cualquier migrante, con o sin documentos, tiene una alta probabilidad de ser deportado de Estados Unidos.
Por esta razón, Juan Castillo, un venezolano solicitante de asilo, decidió acudir a la escuela de su hija de 10 años y aceptar un formulario que se les proporciona a los padres para otorgar poder a un tercero, de modo que puedan hacerse cargo de los niños en caso de que sus representantes sean detenidos.
“Nosotros los padres llegamos a este país donde nos vinimos, en muchos casos, para resguardar nuestras vidas y darle una vida digna a nuestros hijos, y ahora tenemos que estar firmando autorizaciones para tener que dejarlos en caso de que nos separen abruptamente y sin sentido”, destaca.
Sin dudarlo le entregó la autorización a José Balboa, médico, y director de la Alianza de Venezolanos en Chicago, quien explicó que la comunidad hispana debe estar organizada para protegerse los unos a los otros. También otros dos padres le otorgaron el poder.
“Si algún día de estos la escuela me llama significa que los padres no fueron a buscar el niño, y si los padres no fueron a buscar el niño o la niña a la escuela es que probablemente están detenidos y están incomunicados, y entonces me toca me toca ir a buscar los niños con una copia que los padres me dejaron. Me los llevo a mi casa y cuando ya los padres estén localizados los entrego en un tercer país”, sostiene.
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Juan se siente decepcionado con la persecución contra los migrantes.
“Anímicamente me siento estafado. La comunidad venezolana no se esperaba esta respuesta de alguien que pidió el apoyo y le dieron apoyo"
"No hay razonamiento lógico. Muchos dicen, y suena feo decirlo, que simplemente esto se ha convertido en un juego político donde atacan a una comunidad totalmente indefensa, que es la comunidad venezolana que no vota”, alega.
Juan al menos tiene una solicitud de asilo que en teoría debería protegerlo, pero otro venezolano, a quien le diremos Jesús para resguardar su identidad, llegó hace un año a Estados Unidos y no ha podido conseguir ningún tipo de documento legal.
Aplicó para el asilo, pero le fue rechazado solo al solicitarlo. Ahora siente que está en una situación vulnerable de ser deportado. Lo citaron a una audiencia el 22 de mayo y no sabe si va a acudir.
“Estoy con miedo. Por eso ya no salgo, no salgo, la verdad, porque ¿para dónde va a salir uno así, me entiendes? A veces salgo es a comprar la comida, ¿me entiendes? Y me vuelvo a encerrar y así”, comparte a France 24.

Situación parecida la tiene una mexicana que vive en el barrio mexicano La Villita. Lleva 25 años en el país sin documentos y se dedica a la venta informal. Cuando comenzaron las redadas se escondió en su casa por un mes, pero ya luego decidió salir a trabajar para pagar la renta.
“O sea, uno puede salir con toda tranquilidad, pero estamos como con aquel temor cuando vemos carros particulares. Pasan carros y me preocupo pensando que es migración, ¿verdad? Entonces ya andamos con ese temor, con ese miedo. Ya ha habido casos aquí en la comunidad, desde enero para acá que se hayan llevado a latinos”, comenta la mujer.
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Entretanto, en el noreste de Chicago, Diego Samayoa dirige el Centro Romero, una organización comunitaria que brinda servicios a la comunidad inmigrante y refugiada. Desde la llegada de Trump al poder, el exceso de trabajo en esta organización es evidente y su equipo se esfuerza por calmar la angustia de quienes acuden en busca de ayuda.
“Existe miedo de una posible deportación y, en muchos de los casos, no es ni siquiera porque tengan un estatus irregular, porque nosotros atendemos a inmigrantes que tienen años de ser ciudadanos permanentes, que tienen años de ser residentes legales, y, a pesar de eso, tienen la preocupación de que, por el hecho de su apariencia física, de su acento o de su país de origen puedan ser perseguidos”, indica.
Samayoa como defensor de los migrantes señaló que los latinos no están llegando a invadir Estados Unidos, sino que, generalmente, están buscando una mejor vida.
“La gran mayoría se viene a Estados Unidos a trabajar, a pagar impuestos, a contribuir a la fábrica económica de este país, y a hacer los servicios esenciales de la manufactura”
Las indicaciones principales que da el director del Centro Romero a quienes se sienten atemorizados por una posible deportación es: “Todos tienen derechos. Si llegan buscando a algún miembro de la familia a la casa, sea la Policía Federal o el ICE, no se puede abrir la puerta. Hay que pedir que pasen por debajo de la puerta la orden firmada por un juez”.

Aún con estas recomendaciones la incertidumbre y la ansiedad de ser detenido, solo con salir de la casa, acompaña a diario a los inmigrantes. Y seguirá siendo así mientras Trump continúe con el objetivo, de este año, de deportar más de un millón de personas sin documentos legales y de eliminar permisos temporales y visas para que quienes tienen estatus legal también abandonen el país.
Al cierre de esta edición un juez le concedió libertad bajo fianza a Freddy Castro. El fiscal que lo acusaría no presentó ningún alegato en su contra. Este venezolano pasó más de un mes detenido bajo cargos no comprobados.
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